¿Son viables los bancos pequeños?
ENRIQUE MARSHALL Director Magíster en Banca y Mercados Financieros PUCV, exvicepresidente del Banco Central
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ENRIQUE MARSHALL
La reciente fusión de dos bancos de la plaza trae a colación una cuestión que reaparece de tiempo en tiempo, aún no bien despejada, pero con implicancias relevantes mirando a futuro. El punto es si los bancos pequeños tienen viabilidad en el mundo actual. Vayan aquí algunas reflexiones.
Si nos remitimos a la historia, el saldo para ellos no es alentador. En el siglo XIX, antes de tener una robusta institucionalidad monetaria y bancaria, estos nacían y morían con facilidad. En el siglo XX conocimos la experiencia de los bancos provinciales. Algunas sobrevivieron por algún tiempo, pero tarde o temprano, fueron absorbidos y dejaron de operar.
“Todo parece indicar que la viabilidad de los bancos pequeños se encuentra cuestionada. Pero lo más grave es que estamos haciendo poco para prevenir su extinción”.
La liberación financiera de los años setenta promovió la creación de las financieras. Nacieron muchas, intentando arrebatarles ciertos nichos de mercado a los bancos, pero finalmente desaparecieron. La última bajó las cortinas a principios de la década del 2000 y, poco después, se borraron de la Ley de Bancos.
En ese mismo tiempo, para contrarrestar el proceso de consolidación en marcha, se optó por flexibilizar el otorgamiento de licencias bancarias. Como resultado, varias nuevas entidades abrieron puertas, pero pocas alcanzaron los objetivos propuestos.
La pregunta del millón es por qué el camino ha sido tan pedregoso para estas “pymes” del sistema bancario. La verdad es que ello no es algo idiosincrático. Se observa en la mayoría de los países del mundo. Un factor que no puede soslayarse son las economías de escala. Sin embargo, la evidencia tiende a indicar que estas operan sólo dentro de ciertos rangos y que pueden contrarrestarse con una buena definición del negocio y una eficiente gestión.
Otro factor es la tecnología. La actividad bancaria se ha tornado cada vez más dependiente de ella, lo que implica inversiones cuantiosas en equipos y sistemas. Se deben agregar, además, los gastos de mantenimiento y la necesidad de incurrir en permanentes actualizaciones por obsolescencia. Pensemos, por ejemplo, en las inversiones necesarias para prevenir los ataques cibernéticos. Para los bancos pequeños, todo ello es difícil de sostener.
Un tercer factor, poco reconocido, pero relevante, son las regulaciones. Estas se han vuelto muy frondosas, con evidentes implicancias sobre los costos de operación y la vialidad de las instituciones. Los bancos grandes pueden absorber mayores costos, pero no ocurre lo mismo con las entidades de menor tamaño.
En algunas jurisdicciones, como EEUU, se busca deliberadamente proteger a los bancos comunitarios con normas más simples, pero es algo que tiene que ver más con política que con economía.
Este breve resumen de experiencias propias y comparadas deja lecciones desalentadoras. Todo parece indicar que la viabilidad de los bancos pequeños se encuentra cuestionada. Pero lo más grave es que estamos haciendo poco para prevenir su extinción.